Caifanes provoca prohibición de conciertos en 1995
Las enseñanzas para los conciertos masivos en México
Era el 19 de Febrero de 1995, año en el que Caifanes se desintegraría, ya solo quedaban Saúl, Alfonso y Alejandro, siempre con mucha tensión en el escenario, ya era un espectáculo a parte ver a la banda en vivo, no se sabía que iba a pasar, con la promoción de un disco considerado como el mejor de la banda “El nervio del volcán”.
La ciudad de México sería testigo de un evento masivo con la banda más impactante del momento organizado por Grupo Radio Centro, el concierto de Caifanes se anunció por estaciones de radio como 97.7, se subrayó que sería gratuito, por lo que se esperaba una afluencia mayor a lo que contemplaban organizadores y autoridades.
Caifanes estaba en su apogeo, las canciones de su disco “El Silencio” eran tema generacional, meses antes habían sido teloneros de los Rolling Stones en el Foro Sol, sus conciertos aseguraban llenos, pero los precios eran prohibitivos para una gran mayoría de jóvenes desempleados o que vivían las carencias de la crisis del 94. Para asegurarse un lugar en primera fila, fanáticos del grupo se instalaron desde la noche del sábado en la explanada, muchos otros llegaron a primera hora del día y otros más tres horas previas a lo anunciado.
Programado para las doce del día, el concierto inició una hora antes, esto debido a las protestas del público que ante el calor agobiante exigía la presencia del grupo de rock. Para este momento, la asistencia se calculó en 40 mil personas.
Saúl Hernández antes de salir noto muchas fallas en la organización por lo que se molestó bastante, aunque estaba consciente de que sería peor cancelar dadas las condiciones en las que la gente se encontraba, todo se podía salir de control y la experiencia de la banda lo tenía muy presente, por lo que a pesar de la molestia estaban obligados a dar un gran concierto y hacer todo lo posible para que esto no se saliera de las manos.
Caifanes salió al escenario y abrió con ¿Será por eso?, el vocalista Saúl Hernández iba enfundado en un pantalón de piel de leopardo. La banda entonó la canción bajo un sol de justicia. Le siguió Aquí no es así y Los dioses ocultos. Los vendedores ambulantes hicieron su agosto, ofrecían: cachuchas, posters, botones, fotografías del grupo, refrescos, tortas, paletas, tacos y aguas frescas. Las tiendas de los alrededores vendieron cervezas, dos stands de las refresqueras de cola también ofrecieron sus productos en botella de vidrio.
El conjunto interpretó después Pero nunca me caí, grupos de jóvenes llegaban caminando por la avenida Francisco del Paso y Troncoso y generaban caos vial, pues las autoridades delegacionales no cerraron la circulación. El grupo continuó con El comunicador, la multitud saltaba, apretaba, empujaba y se sofocaba. Los bomberos aparecieron y lanzaron chorros de agua, jovencitas se insolaron y desmayaron. Enseguida tocaron No dejes que y Estás dormida, mientras los jóvenes recién llegados empujaban y se arremolinaban en un intento de adelantar lugares. Otros buscaron sofocar el calor bebiendo cerveza.
También cantaron Miedo, Piedra, La célula que explota de su disco “Volumen II”, pero para estos momentos el concierto se tornó peligroso. Una valla ciclónica cayó sobre la multitud lesionando a varios jóvenes, los seguidores seguían llegando y algunos exaltados comenzaron a lanzar las botellas de cerveza y de refresco al escenario, pero la mayoría le cayó al público de las primeras filas, descalabrando y contusionando a cerca de 80 personas. El vocalista pedía calma a la asistencia. Ante el desorden y como en el 2 de octubre, dos helicópteros de la Secretaria de Seguridad Pública sobrevolaron la zona, un refuerzo de 200 granaderos apareció ante las rechiflas de los jóvenes. Cuéntame tu vida y Nubes fue la música de esas acciones. Caifanes cerró con Afuera. Por su parte, los socorristas del ERUM y de la Cruz Roja no se dieron abasto ante los lesionados y desmayados.
Saúl Hernández se despidió con un: ""Gracias, adiós raza"". La rechifla fue general y el clásico: ""otra, otra"" se dejó escuchar. El grupo regresó y entonó Viento de su disco “Volumen I”. Al dar por terminado el concierto a las 12: 30, la multitud respondió con el más clásico: ""Cuuuuleros"", ""Cuuuuleros"". La lluvia de botellas de vidrio se intensificó, la multitud formó grupos y los más radicales buscaron bronca a la policía. Un grupo encontró la camioneta del Grupo Radio Centro, que transmitió el concierto en vivo. Los jóvenes le lanzaron piedras, la golpearon a puntapiés, la voltearon, desvalijaron y quemaron. Lo mismo le sucedió a tres patrullas de la policía, aunque la turba no pudo incendiar dos de ellas. Desde el helicóptero se lanzaron más de diez bombas lacrimógenas, algunos detuvieron un camión de tabiques y con ellos apedrearon a los vehículos que transitaban por las avenidas circundantes.
Con los tabiques, los jóvenes también destruyeron un banco cercano, saquearon comercios y causaron daños a vehículos particulares. Fuertes en número, jóvenes y granaderos se enfrentaron a pedradas en las zonas aledañas. Replegados, los revoltosos siguieron causando destrozos, mientras la autoridad golpeó y robó a los detenidos. Finalmente se consignó a 17 hombres de los 107 encarcelados originalmente. El gobierno del Departamento del Distrito Federal anunció la prohibición de conciertos gratuitos al aire libre. Radio Centro y la Delegación Venustiano Carranza también avisaron de la cancelación del concierto de Bronco, programado para el siguiente domingo. En rueda de prensa, el delegado culpó a jóvenes de Iztapalapa y Ciudad Nezahualcóyotl como los responsables y a Caifanes por tocar poco tiempo.
Esto desato una nueva prohibición a los conciertos masivos en lugares públicos en la Ciudad de México, el rock mexicano de nuevo se exponía ante la prohibición, la falta de experiencia y la ineptitud del gobierno ocasionaron todo esto, al paso de los años entendemos que esta era la única manera de tomar conciencia del poder de convocatoria de los grupos de rock y de tomar en serio la seguridad del público que asiste y de tener mejores controles para lo poco que se le brinda de espacio al rock mexicano en la ciudad de México.