Tinta Blanca

  • Rafa Martínez

Los antecedentes de la banda se remontan a 1966, cuando un grupo de jóvenes, influidos por el rock anglosajón y la naciente psicodelia comenzaron a ensayar. Como salía suceder en estos casos, hubo entrada y salida de músicos y las cosas se mantuvieron en un nivel amateur hasta que en 1969 se inscribieron en un concurso que se realizaba cada año en el Colegio Universitario México, El CUM. Su amigo Alberto de la Peña les sugirió llamarse White Ink and The Mother Earth Co. Su repertorio estaba compuesto por temas en inglés, porque era la tendencia general. Pero también tenían la convicción de escribir letras en español.

Con la llegada del hipismo, grupos del norte de la república mexicana comenzaron a visitar la capital del país. Se dio así un movimiento al que denominó Onda Chicana, con una mezcla de rock, psicodelia, soul, funk y jazz, fuertemente influidos por los grupos Chicago, Blood Sweat & Tears, Electric Flag y Buddy Miles. Debido a esto, White Ink and The Mother Earth Co. Incorporó por un tiempo a dos trompetistas, manteniendo su núcleo original de cinco integrantes.

El grupo continuó su evolución tocando en lugares como el salón Chicago, en Peralvillo; el teatro 5 de Mayo, en Tlatelolco; el salón Mandril, en Ponciano Arriaga; el salón Santana, tras el antiguo Colegio Militar, y el siempre es lo mismo, lugares que marcaron el comienzo de hoyos fonquis, como los bautizó Parménides Garcia Saldaña, unos años después. También tocaron en parques como la Alameda Centra.

Para 1970, se inscribieron en otros concursos, cuyas eliminatorias se realizaron en la explanada del Tótem del parque de Chapultepec. Se llamó Primer Festival Pop, Organizado por la Dirección de Acción Social del Departamento del Distrito Federal y al que se le puso el sobrenombre de El Naranjazo, ya que el público solía tirar naranjas cuando no le gustaba alguna banda.

Con una sección de metales de dos trompetas tocadas por Francisco Acosta y Jesús Segovia, y un sax tenor interpretado por Cliserio Villagómez, llegaron a la final que se realizó en el gimnasio Juan de la Barrera y que se transmitió por televisión ganando ellos el primer lugar.

Como parte del premio les ofrecieron grabar, con la discográfica Philips, un sencillo de 45 RPM con los temas “Salmo VII” y “Everithing´s Gonna Change”, que tuvo buena difusión por la radio.

Desde ese momento asumieron su nombre en español, Tinta Blanca. La otra parte del premio fue otorgada por Yamaha, que les proporcionó instrumentos, aunque les quedó a deber un prometido por viaje a Japón. Lo cierto es que haber ganado el concurso los proyectó y les dio popularidad.

Al poco tiempo los invitaron para ser parte del Festival del Rock y Ruedas de Avándaro, mismo que ensayaron una semana antes en unca casa de Valle de Bravo. Es de notar que su presentación en dicho festival la hicieron totalmente en español. Nadie entonces pudo prever lo que sucedería después. Ellos lo vivieron como la gran fiesta hippie de la juventud mexicana congregada en ese sitio. Tocaron a las 5 de la madrugada mientras el amanecer les descubría a cientos de miles de personas.

Se hizo un cortometraje de su presentación dirigido por Humberto Rubalcaba, quien también fungía como su representante, y un libro titulado Nosotros, con los que ganaron premios como la Diosa de Plata (cine) y el Calendario Azteca (periodismo), que fueron opacados por la prohibición gubernamental al rock después del festival.

Más allá de la fantasía hippie, llegó el momento en el cual algunas bandas hicieron conciencia de su realidad y decidieron actuar con una protesta pacífica. Llegaron a hacer incluso una huelga de hambre frente a Los Pinos, pidiendo hablar con el presidente Luis Echeverría. Al final, sólo lograron entrevistarse con el regente de la ciudad y el líder del sindicato de músicos, Venus Rey, que les dieron largas sin lograr una respuesta. Junto a otros grupos como Náhuatl de Ricardo Ochoa, organizaron presentaciones sobre ruedas, en las cuales se montaban en un camión de redilas y daban conciertos en distintos puntos de la Ciudad de México. Lo hicieron en la Zona Rosa y frente al Monumento a la Revolución, por mencionar algunos sitios. En dichos conciertos, boteaban y pedían al público una moneda, dejando ver como la prohibición afectada sus fuentes de trabajo. Fueron reprimidos.

En 1972, lanzaron con Philips el sencillo de 45 RPM “Avandaro / Virginia” dejando plasmado el tema compuesto para el festival, que de manera natural se volvió en una especie de himno conmemorativo.

En 1973, sacaron con Cisne Raff un sencillo más “Dentro de ti” y “Todo está cambiando” la versión en español de “Everithing´s Gonna Change”. Para entonces Tinta Blanca había regresado a la formación original, sin metales.

Ante las difíciles circunstancias laborales, decidieron buscar trabajo fuera de México, específicamente en Nueva Orleans y el resto de Louisiana. Para entonces, Fernando Miramón los dejó y viajaron como cuarteto. Gracias a que repertorio contenía temas en inglés lograron subsistir por un tiempo.

 Volvieron a México esperando que la situación hubiera cambiado, pero se encontraron con que era peor. Durante 1974, se desintegraron como banda, no sin haber creado antes una comuna escuela en el Desierto de los Leones.

Sin duda, una de las grandes aportaciones de Tinta Blanca fue la de sentar las bases de un rock nacional original y en español.

El 23 de diciembre de 2009 falleció Tomás Pacheco, fundador, bajista, multi instrumentista y compositor, que provenía del grupo Los Geeks y que creó el grupo Quijote, tras la separación de Tinta Blanca.

 

Fuente: “60 años de rock mexicano” – González, Rafael

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